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Gabriela Mistral: entre la maternidad y la educación de la mujer

Escrito por Redacción Emma | 07 abril 2025

Este 7 de abril de 2025, se conmemoran 136 años del nacimiento de Lucila de María Godoy Alcayaga, mejor conocida como Gabriela Mistral, una de las personalidades más representativas de la literatura en América Latina. Nació en Vicuña, Chile en 1889. Fue una poetisa, educadora y diplomática chilena que dejó una marca profunda en las letras hispanoamericanas y en el ámbito educativo. En este día, vale la pena recordar a la escritora como una mujer que rompió paradigmas en su época, que aunque no se autoproclamó feminista, sí buscó el reconocimiento de las labores de la mujer. 

La maternidad, el trabajo y las mujeres

Gabriela Mistral tenía una visión del feminismo distinta a la comúnmente aceptada en su tiempo. Su enfoque sobre el rol de la mujer podía verse desde dos perspectivas: la de una mujer sometida a una sociedad machista, y la de una mujer limitada físicamente en comparación con los hombres para ciertos trabajos. Aunque reconoció el aporte de la mujer a la sociedad, Mistral defendió la importancia de valorar trabajos tradicionalmente femeninos, como el cuidado del hogar y la crianza de los hijos, que la sociedad no reconocía debidamente.

En 1928, en la primera Convención Internacional de Maestros, Mistral defendió el derecho de las madres a cuidar de sus hijos sin ser forzadas a trabajar en condiciones que les alejaran de su función materna, subrayando la importancia de la presencia de la madre durante la infancia.

Mistral no apoyó la lucha por la igualdad de género en el ámbito laboral. Consideraba que ciertos trabajos, especialmente los más físicos o intelectualmente demandantes, debían ser desempeñados por hombres, mientras que las mujeres deberían encargarse de actividades acordes a su naturaleza, como la enseñanza o la enfermería. Aunque vio la independencia económica de las mujeres como positiva, también la vinculó con un alejamiento del hogar y una pérdida de la maternidad.

Fuente: Biblioteca Digital Instituto Cervantes 

La escritora no se identificó como feminista. De hecho, rechazó la idea de la igualdad absoluta entre hombres y mujeres, y distanció su propuesta de los movimientos feministas liberales. Para ella, la mujer debía centrarse en la maternidad, y criticó aquellos que abogaban por eliminar las leyes que otorgaban ciertos privilegios a las mujeres, como las licencias por maternidad. A pesar de no coincidir con todas las demandas feministas, colaboró en el Movimiento pro Emancipación de la Mujer en América Latina.

A lo largo del tiempo, algunas intelectuales chilenas han releído su obra desde una perspectiva más crítica, destacando su postura ambigua y la ambivalencia en su escritura. A través de los estudios de género, ha emergido una visión más plural de Mistral, viendo en ella una figura transgresora que rompió con los parámetros establecidos para las mujeres de su época.

Sus logros en el mundo de las letras 

La carrera literaria de Mistral despegó en 1914 cuando ganó los Juegos Florales de Santiago con su obra Sonetos de la muerte, que reflejaban una dolorosa experiencia personal. Su poesía, caracterizada por la intensidad emocional y una exploración profunda de temas como el amor, la maternidad y la muerte, tuvo un gran impacto. Desde entonces, adoptó el seudónimo Gabriela Mistral en la mayoría de sus escritos. 

Fuente: Biblioteca Nacional de Chile 

En 1945, fue la primera autora latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura, en reconocimiento a su poesía lírica que, alimentada por poderosas emociones, se convirtió en un símbolo de las aspiraciones ideales del mundo latinoamericano. 

La educación como motor de la sociedad 

Además de su carrera literaria, Mistral fue una ferviente educadora. Participó activamente en la reforma educativa de México en la década de 1920 y promovió la importancia de la lectura y la educación en América Latina. Su visión pedagógica subrayaba la necesidad de convertir la lectura en un hábito diario, tan esencial como la alimentación.

En 1922, el ministro de Educación de México, José Vasconcelos, invitó a Mistral a colaborar en la reforma educativa del país. Durante su estancia, preparó el libro Lecturas para mujeres, publicado en 1923 por la Secretaría de Educación Pública. Esta antología incluía obras de autores como Alfonso Reyes y José Vasconcelos, con el propósito de ofrecer a las mujeres lecturas que promovieran valores morales, sociales y culturales.