Soy el hada de la casa: la carga mental femenina
Recuerdo que la discusión recurrente con mi papá siempre era la de que él parecía creer que los duendecillos mantenían la casa limpia, funcionando casi que como por arte de magia. Si lo pienso con cuidado, mi papá siempre ha hecho deberes en la casa en gran parte porque mi mamá le deja notas con instrucciones, desde las compras que se deben hacer hasta cómo lavar correctamente la ropa.
También recuerdo que la parte de decidir qué se comería a lo largo de la semana era algo que siempre molestaba a mi mamá, lo expresaba como algo tedioso, cansado e incluso a veces a modo de broma decía que tal vez debíamos comenzar a comer aire. Mi mamá se levantaba a las 4:30 de la mañana para bañarse, arreglarse y a las 6 ya tenía listo el desayuno de mi hermana y mío, además de poner comida en nuestras loncheras
Estoy segura que mi mamá no era la única que tenía una rutina “mañanera” de este estilo; a veces hasta yo creía que levantarse temprano era un “superpoder de las mamás” y que yo iba a fallar terriblemente cuando me tocará cumplir ese papel.
No es que solo estemos hablando sobre tareas en el hogar, es necesario repensar que dichas tareas se viven muy extrapoladas dependiendo de si eres mujer u hombre, niña o niño según la idea heteronormativa sobre la sociedad. Es así como se reconoce el concepto de carga mental o mental load, también se le ha llamado Síndrome de la Mujer Agotada, para hacer referencia al conjunto de tensiones mentales y emocionales que una persona experimenta debido a las exigencias de un determinado contexto. En particular se enuncia a la desigualdad de preocupaciones, deberes y/o necesidades que una mujer suele verse obligada a considerar en su día a día.
Seguramente en Instagram y TikTok han visto vídeos que dicen “esa amiga que te salva porque carga de todo en su bolsa” y que prácticamente la mujer carga con versiones mini de todo lo que se podría necesitar, incluso hasta lo que no se esperaría como una mini plancha eléctrica. ¿Suena exagerado verdad? Pero aún hay muchas personas que suponen que las mujeres ya han pensado en todo antes de salir de casa y es muy castigado aún que se nos escape algo.
Alrededor más que apoyo puede haber reclamos como “¿por qué no te preparaste antes?”, “¿por qué te tardaste más o por qué no te fijaste?”, pero siempre existe la posibilidad de dar dos pasos hacía atrás, poner las cosas en perspectiva y replantear nuestras dinámicas, primero con nosotras mismas darnos la oportunidad de no resolver todo antes de que suceda, y comunicar con más frecuencia lo que necesitamos.
Puede que esta última parte se viva con tedio porque quisiéramos que las personas recordarán con facilidad, y por un tiempo será necesario que haya pequeños recordatorios en tu hogar, con tus roomies, amistades y colegas de trabajo que las actividades o los preparativos son cosas que todas y todos pueden realizar con su estilo personal, pero con la posibilidad de que nada vuelva a recaer en hombros de una sola persona.
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